Por el Dr. Gustavo Cano
En lo personal yo sí creo que Peña Nieto ganó las elecciones
mexicanas del uno de julio del 2012. Aunque, así como van las cosas, es posible
que deje de creerlo en unas cuantas semanas. Y es que la victoria del PRI aparentemente
constituye más para México un problema que una solución.
El buen EPN ni siquiera ha tomado posesión del cargo y ya
lleva 2 marchas más o menos nacionales en su contra. La próxima está programada
para el 14 de julio. EPN tomaría posesión hasta el 1 de diciembre, esto es,
después de 21 marchas nacionales en su contra, de seguir las cosas como están.
El buen López Obrador tenía más argumentos para anular las elecciones en el
2006 que ahora, pero su movimiento tiene mayor presencia ahora que hace seis
años, las clases bajas están más perjudicadas hoy que hace seis años. Al
principio el PAN y Josefina estaban calladitos y habían aceptado los resultados
de las elecciones, ahora empiezan a quejarse de la compra de votos ejercido por
el revolucionario institucional, aunque toman sus distancias del Peje y no
denuncian en conjunto, lo cual me llama la atención.
A mí se me dificulta creer que el PRI compró todas las
encuestadoras del país durante meses para manipular a la opinión pública sobre
lo inobjetable de su victoria. Las observaciones de algunos políticos de
izquierda, en el sentido de que los resultados de las encuestas fueron capaces
de inducir el voto a escala nacional, denotan una terrible ignorancia sobre el
conocimiento de la capacidad de influir de las encuestadoras en cualquier
elección del mundo. Los resultados de las encuestas pueden influir en la
opinión pública sobre las expectativas acerca de quién pueda ser el favorito
para ganar las elecciones, pero no pueden influir sobre el voto del ciudadano.
Nadie ha podido probar eso. Además, una buena parte de los encuestadores
nacionales son serios y no se prestarían a este tipo de juegos. Hubo sus claras
excepciones: las encuestas diarias de Milenio
resultaron una súper vacilada, eso que ni qué. La diferencia de puntos
porcentuales entre EPN y AMLO entre las encuestas de salida y los resultados finales
se ubica dentro del margen de error en estos ejercicios, así que por ahí
tampoco hay nada que decir.
En relación a la compra de votos el asunto cambia, aunque no
mucho. ¿Se repartieron tarjetas Soriana y de otra índole para acolchonar la
persuasión de que se votase por el partidazo en las actuales elecciones? Sí.
¿Se compró el voto tal cuál? No sé. Y es que el mecanismo aparentemente fue el
siguiente: Yo tengo contactos en el partidazo, soy promotor del voto priista y
mi líder de sección me ha dado la instrucción de que junte gente que yo conozco
en mi casa. Hacemos una lista y se la entrego al jefazo. Luego convoco a una
junta en mi casa a vecinos y parientes, todos con credencial de elector en
mano. Entre más gente junte, mejor va a ser mi comisión en el asunto. Llega el
día de la cita, cercano a las elecciones, y logro persuadir que acudan a mi
casa entre 10 y 20 personas, a veces mas. Una vez todos en mi casita, el jefazo
pasa lista y luego invita a acudir a las urnas a los asistentes para que
ejerzan su derecho a votar en un régimen democrático a más no poder y de manera
ejemplar. No importa el partido político, lo importante es que voten.
Como
muestra de agradecimiento por su confianza y tiempo invertido en dicha junta,
pues les dan una tarjeta Soriana por persona, cuyo saldo es entre 100 y 700
pesos, dependiendo del nivel socioeconómico de la colonia o de los cálculos
sobre las tajadas que se llevaría el jefazo o la cantidad de promotores de voto
que existiesen en un determinado distrito electoral, o todas las anteriores.
Una vez que se iba el jefazo, el promotor del voto, esto es, el dueño de la
casa donde se había llevado a cabo la junta, pues les echaba ya el rollo en
cortito: que era importante votar por el partidazo, que no fueran gachos, que
todos iban a salir ganando, que ni modo que hagan a un lado las buenas intenciones del institucional, etc.
El día de la elección, el promotor del voto iba por sus
amigos y familiares y los invitaba o acarreaba para que fueran a votar. Y aquí
viene el aspecto decisorio sobre si esto fue o no compra de voto: Si el
promotor de voto les pedía a sus acarreados una prueba fehaciente de su voto,
esto es, por ejemplo, una foto en celular (generalmente un celular proporcionado
por el promotor), donde se mostrase el folio de la boleta y su cruz sobre el
logo del partidazo. Si esto sucedió, entonces sí hubo compra de voto. Si no les
exigió dicha prueba y confió en su palabra, entonces no hubo compra de voto.
¿Hay manera de probar esto? No sé. ¿Se puede afirmar que el partidazo llevó a
cabo esta operación con 4 o 5 millones de votantes? Sí. ¿Se puede probar dicha
afirmación? No sé. ¿Pasó esto a nivel nacional? No sé, no creo. Aparentemente
esta operación se llevó a cabo en ciertos estados, de manera estratégica, con
la colaboración de sus respectivos gobernadores, todos priistas, por supuesto.
¿Lo anterior sucedió tal cuál? No sé, pero lo que sí sé es
que ése era el plan original y parece que así sucedió en la mayor parte de los
distritos en los que se llevó a cabo. Aquí el verdadero problema de las
presentes elecciones surge a flor de piel: ¿el partidazo violó los límites de
gasto en la presente campaña presidencial? Todo parece indicar que sí y por
mucho. Hay gente que afirma que el PAN y el PRD-PT-MC también violaron los
topes de campaña. Si sólo el PRI violó los topes de campaña, entonces EPN debe
ser descalificado. Si los tres partidos violaron los topes de campaña, las
elecciones presidenciales deben repetirse, todavía hay tiempo de aquí al uno de
diciembre. Creo que el IFE va a sostener contra viento y marea los actuales
resultados. Este IFE trata de navegar con bandera de pentonto institucional,
pero su margen de credibilidad se reduce de manera significativa día tras día,
lo cual es peligroso.
Pero antes de comentar lo peligroso de una institución
electoral débil y debilitante bajo las actuales circunstancias en México,
quisiera hacer un razonamiento abstracto sobre los números que giran alrededor
de este drama nacional. No votó por EPN el 62% del electorado, EPN llega a la
presidencia con menos legitimidad que Calderón: de ese tamaño, pues. Urge que
se implemente una segunda vuelta en nuestro sistema político. Una buena parte
del actual merquetengue nos lo hubiéramos
ahorrado si existiese la segunda vuelta, aunque el problema de la compra del
voto tiene más que ver con la cultura política autoritaria que la mayor parte
del actual electorado mexicano ejerce en su mente sin empacho alguno. Estando como
están las cosas, dos de cada cinco mexicanos que podían votar no se molestaron
en hacerlo. Una parte importante del electorado mexicano prefiere no votar que
hacerlo por los actuales contendientes, lo cual es preocupante si pensamos en términos
de durabilidad de nuestra adolescente democracia…
Finalmente, el hecho de que miles o millones de mexicanos
hayan accedido a “vender” su voto, pues no creo que los haga anti patriotas, ni
vendidos, ni jijos de la jijurria, ni inconscientes o cosas por el estilo.
Simple y sencillamente son seres racionales, que actúan en función de costos y
beneficios marginales políticos, como cualquier otro habitante del planeta
tierra. El ciudadano mexicano que fue target de la operación del partidazo, en
su abrumadora mayoría pertenece a los más bajos estratos socioeconómicos del
país, para los que una despensa en Soriana de 100 o 700 pesos hace una gran
diferencia en el gasto familiar de la semana o del mes, sobre todo si
consideramos que los beneficiados de las tarjetas Soriana llegaban a ser varios
miembros de una misma familia.
Además, como funciona el sistema político
mexicano, resulta completamente racional cobrarme por adelantado el beneficio
de votar por tal o cual partido político. Por lo mismo de mi condición
marginal, otros partidos políticos simple y sencillamente me ofrecen
absolutamente nada por mi voto, ni antes ni después de las elecciones. Mejor
voto por quien me ofrezca de perdida algo y que pueda yo materializar en el
acto, como una tarjeta de Soriana que cubra mi ingreso marginal de votar, esto
es, entre $100 y $700. Cubrir el ingreso marginal de ciudadanos del tercer
mundo en tiempos electorales, definitivamente conlleva a reflexionar sobre los
bajos niveles de educación e ingreso que contribuyen a minar poco a poco la
minúscula cultura democrática del mexicano contemporáneo promedio.
Y esto nos lleva a la reflexión final del presente artículo.
Se cuenta con un partidazo ávido de llegar al poder “haiga sido como haiga sido”
con todo y dinosaurios montados en su espalda; se cuenta con un instituto
electoral cuyo capital político se desmorona hora tras hora; se cuenta con una
izquierda muy dividida y cuyos cálculos sobre lo que puede ocurrir después de
las impugnaciones sobre la ilegalidad de las presentes elecciones no quedan
claros; se cuenta con un movimiento de jóvenes que representan poco a poco, de
manera creciente, el hartazgo de la sociedad en su conjunto (#YoSoy132) y se
cuenta con un presidente que tiene poco que perder a la hora de aplicar
soluciones extremas a los problemas de la sociedad mexicana y que ha mostrado
claramente creer que más de 50,000 muertos y 10,000 desaparecidos en una guerra
por él comenzada, en realidad no son su responsabilidad.
Un posible escenario de todo este problema, es que el IFE no
dé ni un solo paso atrás en la actual situación y que las protestas semanales
vayan subiendo de tono, ciudad tras ciudad y que pasen de unos cuantos miles a
decenas o cientos de miles. El ejército ya está en las calles y no creo que
Calderón vaya a mancharse las manos de sangre en provecho de un futuro gobierno
priista. Si se las mancha, lo haría en beneficio propio, cubriendo sus costos
marginales políticos de anular las elecciones y suspender la democracia
mexicana por unos 5-15 años, mientras los mexicanos regresamos sanos y salvos del
caos político que su propio gobierno provocó.
Este escenario es improbable si no se cuenta con el visto bueno, implícito o explícito, de Washington, lo cual está del cocol, no importa el ángulo bajo el que se vea. Y luego está el problema del narco… Amén.