martes, 26 de junio de 2012

¿Por qué no voy a votar por el Peje?

DR. GUSTAVO CANO

El Peje es quizá el villano más amoroso y controvertido de los tiempos políticos mexicanos, al menos en lo que va del siglo XXI. Diga lo que diga y haga lo que haga, lo critican y lo alaban, pero jamás pasa por desapercibido. Parece ser que su principal problema es él mismo, anda cargando su agresivo pasado y sus desalianzas. No porque en política eso me espante, sino porque sus enemigos políticos han sabido explotar muy bien la imagen de un político intolerante y violento en su persona. Lo proyectan como un chivo purgado-mala onda en cristalería que quiere ganar a como dé lugar.

Y luego viene toda una sarta de acusaciones principalmente tramadas desde la derecha hard-core y desde la mismísima “mafia en el poder”, como el Peje la ha identificado: ¡Que nos llevará al comunismo-socialismo-hugochavismo! ¡Que es un farsante de lo peor! ¡Que es un peligro para México! ¡Que va a nacionalizar hasta al perro de la casa! ¿Qué cómo es posible que proponga que PEMEX ya no haga más hoyos? ¡Que es ridículo que proponga crear cinco refinerías en el país! (¿¿¿Qué no sabe que eso no se puede hacer???) ¡Que el PRD es una sarta de rateros y corruptos, todos coordinados por él en persona! ¡Que en cuanto gane las elecciones, al día siguiente, el peso se convierte en mierda! ¡Que echó a andar a los del #YoSoy132! Y mi favorito: ¡Que el Peje está obsesionado con el poder!
Ja, ja, ja… cualquier candidato presidencial está obsesionado por el poder, hasta Quadri, vayamos. Ahora resulta que sus críticos son expertos en absolutamente todo. Se abusa de la ignorancia política del pueblo mexicano promedio, de su falta de contacto con la realidad del país, sobre todo el de la clase media alta, media y media baja. Los de la clase alta, por el contrario, saben muy bien lo que hacen y lo que dicen en relación al Peje. De todas maneras, too much Televisa in their heads.

Aunque también el Peje tiene lo suyo en esta campaña. Su situación con el PRD  es más o menos patética. No cuenta con el apoyo del partido y creo que eso habla bien de él, irónicamente. El Peje, si gana, que no creo, sería un presidente muy solo. Sin estructura partidista de apoyo en el congreso y en ningún lado. Es cierto que ha presentado a su gabinete y se ve bien, se ve funcional, pero eso la gente promedio no lo sabe. Él no se ha sabido despegar de Bejarano y compañía, el de las ligas que recibía billetes de un argentino y lo grababan en video. El argentino, ex dueño del equipo León, además. La gente lo sigue asociando con ese escándalo, no obstante el Peje no tuvo nada que ver.

Su peor enemigo siempre estuvo en casa: el Peje hace campaña a pesar del PRD y sólo obtiene la nominación mediante una ingeniosa negociación con Ebrard, quien se perfila como un serio aspirante de la izquierda a la presidencia en el 2018. Tampoco me queda claro cómo va a vencer la corrupción que aqueja a nuestro país. Su idea de obtener 300,000 millones de pesos al acabar con la corrupción me suena retadora en el mejor de los casos, pero no muy factible que digamos, o al menos no ha sido lo suficientemente claro en relación a cómo lo piensa lograr. Ciertamente, todos estamos hasta la madre de la corrupción.

Algo que me llama la atención es que el número de acarreados en sus mítines es mínimo a comparación de los otros dos contrincantes. Parece contar con un apoyo auténtico de la gente, de ahí que base su esperanza de ganar las elecciones en el accionar directo del electorado, no obstante ninguna encuesta seria lo pone a la cabeza en la contienda. Luego pasa algo chistoso: primero la gente lo ubica como un personaje violento e intolerante, luego él sale con lo de la república amorosa y basa sus planteamientos en esquemas de justicia, amor y honestidad. Entonces la gente no partidista, en su mayoría, cree que ya se volvió loco o de plano no le cree nada.

Su discurso suena coherente, propositivo y factible. En los próximos años los mexicanos vamos a necesitar de PEMEX más que nunca. Darle el control de PEMEX a los extranjeros, por definición, tiene como fin primario dar buenos resultados a los accionistas extranjeros y no a la nación mexicana en su conjunto. También es esencial que los mexicanos nos “serenemos” con lo del narcotráfico, más de 50,000 muertos y 10,000 desaparecidos son una verdadera amenaza para la seguridad nacional de cualquier país.

El Peje perdió la presidencia en el 2006 por varias razones: su arrogancia (“Soy indestructible”), su negativa a hacer alianzas estratégicas con grupos en el poder, un equipo mediocre de campaña (que se preocupaba más por repartirse las secretarías del gobierno federal que ponerse a trabajar en la campaña), su ausencia en el debate, la manita negra de la Maestra, etc. Si las elecciones se llevasen a cabo el 1 de agosto, yo sí creo que el Peje tendría posibilidades reales de superar a Peña Nieto. Pero bajo las actuales circunstancias, nomás no. Cuatro años de Televisa en la cabeza de la gente promedio está resultando muy duro de vencer. Vamos a ver. Igual y una mayoría silenciosa que no ha sido detectada por las encuestadoras sale este domingo a poner las cosas en su lugar. Igual no.

Por cierto, no voy a votar por el Peje principalmente porque no tengo credencial del IFE.

¿Por qué jamás yo votaría por Josefina Vázquez Mota?

DR. GUSTAVO CANO

¡Ah! ¡La Josefina! Siempre echándole ganas, eso que ni qué. Josefina tuvo una campaña accidentada. ¿Cómo votar por alguien que tiene que sacar la chamba con equipo prestado? De plano, ni un equipo de campaña propio pudo armar. Su campaña tuvo de todo, pero los golpes de timón fue de lo que más hubo y no siempre a favor de la dama. Quiso plantear que sería diferente, pero no pudo alejarse de Calderón, de los planteamientos básicos ejercidos durante su sexenio. Según ella es diferente, no obstante lo que propone es, en esencia, la continuidad del régimen de Calderón: mano dura con resultados bastante cuestionables contra el crimen organizado institucional y preocuparse por todo mundo, pero sin ideas convincentes acerca de la viabilidad de los resultados cuando propone soluciones.

Josefina es buena para el cabildeo en cortito, para los arreglos institucionales, pero me da la impresión de que no da el ancho cuando se trata de sacar adelante un país entero desde la silla presidencial. En el congreso ni la pelarían. Su incapacidad de mostrar que sería diferente, junto con las peleas internas dentro de su equipo de campaña, fue erosionando el apoyo popular con el que había contado el PAN en los últimos 15 años, hasta caer en un claro tercer lugar entre las preferencias de la contienda. Más o menos enfrenta una situación parecida a la de Madrazo en 2006, aunque la caída del PAN no va a ser tan estrepitosa en el congreso. Tiene razón Josefina en empezar a hablar en términos de milagros, porque yo no veo de otra en su caso. Su participación en los dos debates fue buena, sobre todo en el segundo: garrotazo, risotada y propuesta, over and over again.

Quizá lo importante de su candidatura es que es la primera mujer que contiende de manera seria por la presidencia mexicana, ahí sí, mis respetos. Sus propuestas tampoco fueron huecas del todo, en terrenos de economía y relaciones exteriores se antojaban como para ponerse a pensar. Josefina mostró un serio problema de imagen durante toda su campaña. No por ser mujer, por supuesto, sino porque en la mayor parte de sus intervenciones publicitarias, su tono de voz era de poca credibilidad, como de una preparatoriana preparando la primera presentación Power Point de su vida. Como que estaba jugando a ser dura, a decir cosas para que se las creyera la gente, más no había convencimiento sobre la viabilidad de sus propias propuestas. Luego vinieron los errores, estadios sin llenar y gente abandonando sus lugares cuando ella empezaba a hablar; mítines en penumbras, la pifia de que Calderón había atrapado al hijo del Chapo, logro que lo anunciaba como casi propio… y luego el desmentido oficial de la DEA de que eso no era cierto.  

La guerra sucia la inició su campaña y marcó el tono de toda la campaña presidencial. En un momento daba la impresión de que le estaba haciendo la chamba al Peje. Aventaron lodo para arriba hasta decir basta, el problema es que conforme echaban suciedad para todos lados, ellos también se manchaban y apestaban. En fin, aquí lo importante es que el PAN quede más o menos bien posesionado en el Congreso para que su margen de maniobra no quede tan acotado pensando en el 2015 y el 2018. En realidad, si Josefina hubiese tenido un equipo de campaña propio, las cosas hubieran sido muy diferentes, pero no pudo con el paquete. Jamás votaría por un candidato que no puede armar equipo de campaña. ¿Se imaginan su gabinete? De zapatero remendón, pues. Otros 50,000 muertos tampoco se me atojan, México no se los merece y Josefina ha dado a entender que en eso sí no va a ser diferente a Calderón.

¿Por qué yo no votaría por Enrique Peña Nieto?

DR. GUSTAVO CANO

Enrique es buena persona, eso creo que me queda claro. Pero en política las buenas personas son buenas herramientas y de ahí no pasan. Me da la impresión que, como presidente, Enrique no va a ir más allá de lo que el viejo PRI se lo permita. Espero equivocarme profundamente. Es como si el síndrome Rodrigo Medina se fuese a repetir: en Nuevo León llega al poder un gobernador con buen porte y guapo, con la familia perfecta. Una cantidad enorme de intereses y compromisos lo atan poco a poco y cuando se presentaron los problemas fuertes, pues él se dedicó a hacer lo que mejor le sale, dar la cara. El gobierno de Nuevo León actualmente va de mal en peor día tras día y no es coincidencia ni improbable que el Peje pueda llevarse Nuevo León en estas elecciones.

Enrique hace lo que le dicen y lo hace bien pero, cuando se queda sólo, tiende a regarla, se enoja rápido. En la Ibero, su referencia a Atenco fue ridícula: la Suprema Corte no apoyó las acciones del gobierno de México, eso es completamente falso. Lo que sí le salió muy bien fue su afirmación de que él, como gobernador, hizo uso legítimo de la fuerza. Cierto, es una prerrogativa del cargo, pero eso debe ser el último recurso. Su actuar y decir irremediablemente me trae a la mente tantas cosas del viejo PRI: el 68, el 71, los ferrocarrileros como grupo de choque, los asesinatos políticos sin resolver, los arreglos debajo de la mesa sin considerar los verdaderos intereses de la nación, la visión política de "todo para el ganador"…

También en la Ibero el viejo PRI arrogante y autoritario sacó las garras vía las infortunadas declaraciones de Coldwell, que considera a la juventud como material de manipulación e incapaz de generar pensamiento político propio: esto originó el surgimiento del movimiento #YoSoy132. Enrique iniciaría su sexenio sin el apoyo de los jóvenes. También Enrique va a tener que pagar la factura que le va a pasar Televisa. Cuatro años de cobertura nacional no son gratis. Enrique también es el abanderado del partido Verde, una verdadera vergüenza de partido político que ha promovido la pena de muerte (¿Se imaginan? ¿La pena de muerte en manos del estado mexicano?) y afirma que ha hecho tal o cual cosa en pro de la ecología en México, lo cual es una cínica aberración en términos de acciones y resultados concretos.

Lo que debería ser una ventaja para el nuevo presidente, en el caso de Enrique se puede convertir en una pesadilla: es bastante factible que el PRI controle ambas cámaras del legislativo. Esto se traduce como el asentamiento de poderosos intereses negociadores y pragmáticos, ante los que el ejecutivo acabaría por ceder de manera sistemática. Yo no confiaría mucho en un régimen controlado por el viejo PRI, con base en el legislativo. En un descuido Enrique se pone las pilas y en cuanto se ponga la banda presidencial, empezaría a limpiar la casa. ¡Ojalá!

Enrique se perfila como favorito. En lo personal, creo que va a ganar este domingo. Pero, por todo lo anterior, definitivamente yo no votaría por él en estas elecciones. El beneficio de la duda se le otorga a su labor como presidente, pero veo muy difícil que la pueda librar. ¿Escogerá él mismo a los miembros de su gabinete?

Independientemente de quién gane la presidencia, esa persona tiene que sentarse a platicar con el ejército, con los Estados Unidos e implícitamente con el narco. No veo a un Enrique preparado para hacer esto, por más asesores que tenga, de los buenos o de los malos. Espero equivocarme, con toda mi alma, por el bien de México. Estamos en la orillita del abismo, el margen de equivocación en términos de formulación y aplicación de políticas públicas coherentes es cercano a cero. Así como están las cosas, ojalá el Ser Supremo ilumine a Enrique, yo no veo de otra.