Por Gustavo Cano
La organización internacional Human Rights Watch (HRW) acaba de hacer público su reporte “Ni seguridad, ni derechos. Ejecuciones, desapariciones y tortura en la guerra contra el narcotráfico de México”. Esta entrega tiene historia propia. En agosto de 2009 Calderón retó a HRW a que le mostrara un solo caso de violaciones a los derechos humanos. HRW regresa dos años después con una respuesta contundente y documentada: miembros de las fuerzas de seguridad habrían participado en más de 170 casos de tortura, 39 desaparecidos y 24 ejecuciones extrajudiciales desde que Calderón asumió la presidencia en diciembre de 2006. En realidad, la probada violación a los derechos humanos por parte del Estado mexicano es tan sólo la puntita del iceberg.
La organización internacional Human Rights Watch (HRW) acaba de hacer público su reporte “Ni seguridad, ni derechos. Ejecuciones, desapariciones y tortura en la guerra contra el narcotráfico de México”. Esta entrega tiene historia propia. En agosto de 2009 Calderón retó a HRW a que le mostrara un solo caso de violaciones a los derechos humanos. HRW regresa dos años después con una respuesta contundente y documentada: miembros de las fuerzas de seguridad habrían participado en más de 170 casos de tortura, 39 desaparecidos y 24 ejecuciones extrajudiciales desde que Calderón asumió la presidencia en diciembre de 2006. En realidad, la probada violación a los derechos humanos por parte del Estado mexicano es tan sólo la puntita del iceberg.
Hay quienes defienden las políticas públicas de Calderón en lo relativo al combate contra el narcotráfico. A algunos les pagan por hacer eso, como a los miembros de su gabinete. Otros lo hacen por gusto y otros por ingenuos. No problem, cada quién es libre de decir lo que quiera o pueda al respecto. En realidad creo que todo comienza con qué tipo de pregunta están lidiando los defensores del presidente. ¿Es Felipe culpable o responsable de todo este relajito que ya causó alrededor de 40,000 muertos? En lo personal creo que Felipe no es culpable de nada, pero es responsable de muchas cosas…
Responsable de sus políticas de seguridad pública ¿ante quién? Y es aquí donde las cosas se ponen interesantes: ante los que pagan impuestos. El presidente es mi empleado porque yo pago impuestos. De hecho, cualquier funcionario público es mi empleado: los jueces, los burócratas, los presidentes municipales, los gobernadores, los militares, las policías, los diputados, los senadores, etc. Yo no nada más puedo, sino que les debo exigir a mis empleados que hagan bien la chamba. Si no la pueden hacer, bueno, que se hagan a un lado y dejen que otros que sí pueden con la chamba la hagan.
Ojalá todo fuese tan fácil. En primer lugar, no más del 35% de los mexicanos pagan impuestos, ya sea porque los evaden o porque pertenecen a la economía informal, producto, eso sí, de malas políticas económicas de fortalecimiento de mercados internos, como han caracterizado al México neoliberal y monopólico de los últimos casi treinta años. Luego están los argumentos de defensa de las políticas del presidente. Están los argumentos que se basan en el supuesto de que el presidente posee poderes multidimensionales y se mueve sin empacho en realidades y tiempos de mundos paralelos en el plano del hubiera-jamás: que estaríamos peor si no se hubiera hecho lo que se hizo, que el presidente puede leer la mente de los priistas y que estos ya están listos para pactar con el narco (y éstos, de manera increíble, reaccionan como si el presidente en realidad le hubiera adivinado el pensamiento), que los narcos ya estarían controlando todo México si no se les hubiera combatido como se les ha combatido…
Mi defensa favorita es la defensa del inútil mental: la gente dice que un día, en el vecindario de Juan Pérez, empezaron a florecer actos de delincuencia. Juan Pérez y vecinos deciden contratar a alguien para que ponga en orden nuevamente al vecindario. Este nuevo empleado le dice a Juan Pérez que va a limpiar el vecindario, pero que en un descuido lo mata a él o a varios vecinos en el proceso. Juan dice que adelante, que no hay problema. Después de casi cinco años, el vecindario se convierte en campo de batalla, hay muertos por todos lados, accidentes aéreos al por mayor, y entre los muertos hay uno que otro pariente y amigos de Juan. Los vecinos deciden volverse a juntar para discutir qué se va a hacer con el peligroso empleado. A la mitad de la junta Juan se levanta y defiende a éste, diciendo que el empleado advirtió en un principio claramente que algunos miembros del vecindario iban a morir en el proceso. En ese momento el consenso indicaba que Juan Pérez se había convertido en un inútil mental.
Hay gente que defiende al presidente diciendo que él nos advirtió sobre lo que se avecinaba. En abril de 2007, Felipe declara: “ [El problema del narcotráfico] es un problema tan arraigado en nuestro país y tiene tan hondas raíces que requiere tiempo, tomará mucho tiempo, tomará recursos económicos, importantes recursos económicos, lo que toma una guerra de esta dimensión, costará, como ha venido costando desde hace dos años y seguirá haciéndolo, por desgracias, vidas humanas”.
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En noviembre de 2011, ante el reporte de HRW, Felipe menciona que la principal amenaza para los derechos humanos de los mexicanos son los criminales. Señor presidente, por definición, los derechos humanos sólo pueden ser violados por las autoridades gubernamentales. Evitar que las organizaciones criminales ejerzan actos de delincuencia contra la ciudadanía, esa es labor de las autoridades gubernamentales. Si en el transcurso de su chamba, señor presidente, las autoridades gubernamentales violan los derechos humanos, entonces estamos peor, también por definición: los niveles de delincuencia no bajan, ni se ha logrado disminuir la violencia; pero ahora hay que cargar con el problema señalado y demostrado por HRW.
El subsecretario de gobernación Felipe Zamora, unas cuantas horas antes de su lamentablemente muerte junto con el secretario de gobernación Blake, había declarado en relación al asunto de HRW que “En México no estamos en guerra. El combate a la criminalidad que estamos realizando es precisamente para restablecer el estado de derecho que garantiza los derechos y libertades de todos”.
No señor presidente: yo no pago impuestos para que me digan que en un descuido me matan cuando usted está tratando de hacer su chamba y que usted ya lo había advertido. Yo pago impuestos para ser feliz. Para que el sistema de justicia funcione y funcione bien. Para que los niños puedan tomar clase sin que se tengan que aventar al suelo cada vez que quedan atrapados en fuego cruzado. Para que las autoridades no violen los derechos humanos, ni una sola vez, ni sean corruptas, ni se contradigan de forma fragante en sus declaraciones, ni nos traten como a Juan Pérez, etc.
Críticas aparte, mis condolencias al presidente por la pérdida de dos secretarios de gobernación durante lo que va de su administración.
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