martes, 20 de septiembre de 2011

Una cucharada de su propia medicina para los Republicanos


Por Ana Karen Mendoza Montealegre
Lic. Ciencia Política
Universidad de las Américas Puebla

Estados Unidos atraviesa por una profunda crisis económica que no parece darle oportunidad de recuperación al gobierno norteamericano. El gobierno del presidente Obama se enfrenta a un grave problema de desempleo, a un elevado déficit y sobre todo a una popularidad que día tras día va en caída.  Las estadísticas no mienten (al menos eso dicen):  Obama se encuentra en la cuerda floja para las próximas elecciones presidenciales del 2012. Si el actual presidente desea y quiere ser reelecto tendrá que proponer medidas drásticas para resolver la situación económica que enfrentan sus connacionales. Por supuesto que la resolución de los problemas no depende sólo del ejecutivo, el legislativo tendrá que asumir su rol, y buscar concretar medidas que terminen con la difícil situación de miles de estadounidenses.

La semana pasada el presidente Obama presentó oficialmente al Congreso su propuesta de un plan de $447 miles de millones de dólares para subsanar la falta de empleos. Sin embargo, la propuesta busca recaudar el dinero imponiendo impuestos más altos a quienes más tienen y dando subsidios a quienes menos tienen. Esta línea discursiva hizo que casi de inmediato los representantes y senadores Republicanos declararan su negativa a pasar dicho plan. Para los Republicanos resulta apocalíptica la idea de mayores impuestos para mayores empleos. Asimismo, el plan del ejecutivo busca reducir el déficit haciendo recortes a los presupuestos de Medicaid y Medicare, lo que ha alzado voces debido a que el sistema universal de salud costará más a los ciudadanos.  La respuesta de Obama ante sus detractores ha sido: necesitamos dinero, y ese dinero tiene que venir de algún lado.

Como puede verse, la posición del presidente Obama ha cambiado. Ya no más se deja intimidar por los Republicanos y ha cerrado líneas de negociación. El misterio de todo esto es averiguar por qué lo ha hecho. Me atrevo a aventurar que esto va más allá de un simple hartazgo hacia los Republicanos; mi hipótesis se acerca más a que Barack Obama quiere demostrar al electorado estadounidense de que si su país atraviesa por esta mala situación es porque sus representantes así lo han querido. Obama está intentado “lavarse las manos”, por eso de si no resulta su plan. Con niveles tan bajos de empleo, Obama sabe perfectamente que su electorado se está perdiendo.

La proximidad de su posible reelección ha hecho que deba sacar toda la carne al asador. Al menos así podrá decir al electorado que fueron los Republicanos los culpables de que no se solucionara el desempleo, dándole así batalla a las miles de acusaciones de parte de los republicanos y de la facción del Tea Party. Ahora Obama les está dando a los Republicanos un poco de su propia medicina. Querían pelea, pues el presidente está respondiendo (para mal o para bien). Ahora sólo toca esperar que esta estrategia le funcione a Obama no sólo con los representantes sino también con el propio electorado. Será difícil reparar la crisis laboral que afecta al vecino país, pero al menos quizá Obama logre maquillar esta crisis por un tiempo más, quizá el tiempo necesario para lograr la reelección (la cual cada vez se ve más difícil). Quizá el electorado también se dé cuenta de la responsabilidad de los Republicanos. Y tal vez los Republicanos por fin asuman que el presidente Obama también puede exigir.

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