domingo, 25 de septiembre de 2011

Sobre Inconformidad Política


por Armando Cruz Ubaldo
Relaciones Internacionales - UDLAP


El 5 de mayo de 2011, México presenciaría la primera de las muchas manifestaciones que demandarían al gobierno federal un papel más activo para detener la ola de violencia que azotaba al país; Javier Sicilia, un poeta que acababa de enterrar a su hijo, encabezaba la llamada “Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad”. ¡Pedir que se destituyera al Secretario de Seguridad Pública (Genaro García Luna) y además acusar al gobierno de corrupto y de estar relacionado con las ganancias del narcotráfico! ¿Se necesitaba realmente que muriera el hijo de Sicilia para que el país despertara del sopor en el que había caído o era cuestión de tiempo para que la confianza depositada en el Ejecutivo tambaleara?

El 25 de septiembre, el Coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas, declaró firmemente que era tiempo de que el ejército se retirara de las calles con el fin de restaurar la tranquilidad interna así como mejorar la imagen de México con el exterior. Al terminar su participación, el diputado priísta subió de tono alegando que “erradicar la violencia no es un problema sólo de leyes o presupuestos, dado que se han otorgado al Ejecutivo los recursos… que ha solicitado, pero la violencia es cada día mayor”. Si bien hay que tener presente la rivalidad entre el partido de Rojas y el partido gobernante en turno, una declaración de esta índole resalta por la gravedad de lo que las acusaciones implican.

¿En qué momento los diputados comenzaron a reprobar las decisiones tomadas por el Ejecutivo? Al encontrarnos en una democracia representativa, ¿es esta la opinión de la sociedad respecto a la seguridad pública o, peor aún, una triste muestra más de la incapacidad de trabajar en conjunto de los engranes que integran el sistema político mexicano? Si es la primera, la realidad social no puede presentar mejor prueba de ello; si es la segunda, México se encuentra en una grave disyuntiva. Esta inconformidad entre ambos poderes puede resultar en un debilitamiento de la autoridad del Ejecutivo con lo que, en el peor de los escenarios, el Estado mexicano se hallaría en la posición de suspender las garantías individuales con el fin de garantizar la efectividad de los elementos del ejército (estado en que nos encontraríamos a un paso de la Ley Marcial).

Por último, Rojas también aludió a la creciente indiferencia con que las personas nos enfrentamos a la violencia día con día; aún cuando existe la herencia ideológica que han dejado las guerras mexicanas de Independencia y Revolución, la sociedad mexicana contemporánea no se caracteriza por carecer de compasión y esta nueva “cotidianidad… [y asombro] por la forma y las cifras” es un indicador de la transformación sutil por la que estamos pasando. Como Rojas señala, “es necesario recobrar el país antes de que sea demasiado tarde”. Sin embargo, la cuestión no es señalar al responsable, como han estado haciendo los políticos que se consideran presidenciables para las elecciones que se avecinan (2012), sino de qué forma se puede trabajar en conjunto para solucionar el creciente problema de violencia que nos aqueja.

Damián, Fernando. (25 de Septiembre de 2011). Pide Rojas poner plazo a la participación del Ejército en combate al crimen. Milenio, sección Política.

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