Por Gustavo Cano
Hace poco me preguntaban que cómo iba yo a festejar este 16
de septiembre. Me quedé pensativo y concluí que prácticamente no había nada que
festejar. Ciertamente, respeto mucho a aquellos que festejaron la independencia
de México, pero insisto: esto no da como para un festejo ni de medio pelo.
Brevemente repasemos el estado del país.
Vivimos en una nación que tiene no dos, ni tres, sino cuatro
diferentes Estados. Primero el Estado formal, con su sociedad, su gobierno, su
soberanía y su territorio. Luego los otros tres Estados, con la misma sociedad,
el mismo territorio y más o menos la misma soberanía, pero con otros actores
fungiendo como rivales directos del gobierno original: el crimen organizado
que, gracias al Calderón (a.k.a. el Churchill), pasó de ser narcotráfico a
crimen organizado. Luego los sectores de la sociedad que comienzan a
organizarse como gobierno y cuya principal manifestación, aunque no la única,
son las unidades comunitarias de autodefensa. Finalmente el gobierno
estadounidense que controla las decisiones básicas de inteligencia de nuestra
nación en la guerra contra el narcotráfico, donde ellos ponen los dólares y
nosotros los muertos. La principal característica de estos tres Estados es que
rivalizan sin problema alguno con el primer estado en el monopolio del uso de
la violencia. En términos de Estado, el Estado mexicano está siendo utilizado y
desgarrado por los otros tres Estados, poco a poco, de manera progresiva y
constante.
Actualmente se trata de privatizar PEMEX sin privatizarlo.
Discursos y publicidad cínicos que tratan de ocultar al elefante en el cuarto:
para hacer todo lo que el gobierno dice que quiere hacer, definitivamente no
hay necesidad de modificar la constitución. Al respecto, recomiendo checar los
argumentos de Cárdenas, el nieto, que son bastante coherentes. El caso aquí es
que está en juego el futuro de unas dos o tres generaciones de mexicanos, si no
es que más, por el hecho de que las ganancias de la explotación del subsuelo
mexicano se repartirían en las oficinas de las grandes compañías petroleras
estadounidenses e inglesas, principalmente. Una especie de Iraq sin necesidad
de una invasión cínica e insultante.
La educación está del cocol y ya lleva así más de veinte años. Punto.
La distribución del ingreso va para atrás: los que más
tienen, tienen más y los que menos tienen ni en cuenta, y cada vez tienen
menos. Parece ser que el nombre del juego aquí es apañar a como dé lugar y
cuidadito y se respingue: se le acusa de mesiánico e irresponsable populista
fracasado.
El actual gobierno aparentemente quiere maquillar todo con
cifras y porcentajes vagos. Esto es preocupante. Al no haber parámetros claros
de medición de las políticas públicas, ¿cómo se sabe si han funcionado o si
necesitan reajustes para que funcionen?
El crimen organizado sigue haciendo lo que se le pega la
gana en la mayor parte del territorio nacional. Las policías del país están infiltradas
en su mayoría y la sociedad mexicana cada vez más paga un impuesto doble: el
primero al Estado formal y el segundo al crimen organizado. ¡Gracias por la
herencia, Churchil ingenuo! Por cierto, acaba de declarar en Harvard que el
problema actual del país no es el narcotráfico, sino el narcomenudeo. Amén.
La clase política en el poder, en su abrumadora mayoría, se
ha vuelto indiferente ante la problemática de crisis de Estado mexicano y/o le
entran a la corrupción con un descarado y sabrosón gusto. La corrupción,
además, está ya generalizada en el país, además de galopante.
México es el país más peligroso para que los periodistas trabajen,
tan sólo detrás de Afganistán e Iraq.
Un sistema de justicia y penitenciario en ruinas. Punto.
Se prostituyen los principios básicos del neoliberalismo en aras de los intereses de un grupillo de camaradas en el poder. La clase política y sus acciones al servicio de un neoliberalismo apañador que nada tiene que ver con la esencia de la teoría: el ejercicio del libre mercado. Aplicación política de lo anterior: el ejercicio del libre mercado considerando que una política coherente de Estado hace a un lado del esquema doctrinario neoliberal las áreas estratégicas para el desarrollo y seguridad de la nación. Cosa que la mayoría de los actuales dirigentes del país ni se les ocurre hacerlo. Gobernar no es seguir de manera ciega la doctrina neoliberal.
El sistema tributario actual se encarga de regresarle a
Televisa 3000 millones de pesos y los funcionarios
gubernamentales se enojan porque la ciudadanía se lo reclama: “¡Fue legal, fue
legal!” se la pasan ladrando. El dueño de Televisa festeja medio vestido en el
Estadio Azteca. Para rematar, Televisa ya está lanzando a su candidato para las
elecciones de 2018.
Las tarjetas de crédito y los créditos al consumo se la
viven castigando a los que pagan puntualmente (con tasas de interés anuales de
hasta 56% para las primeras), mientras que los que dejan de pagar, al final
dizque los asustan con que les van a embargar y que les van a echar a la
abuelita de Batman, para acabar negociando al final esquemas surrealistas para que
paguen lo que puedan, literalmente. Además, ¿en qué país del Señor se le sigue
prestando dinero a los que aparecen en el bureau de crédito? En México. Aquí lo
importante es que años tras año sigan rindiendo lo “invertido” por bancos transnacionales
en la banca nacional, mediante políticas que destruyen el sistema de crédito a
mediano y largo plazo. Pero no problem, ahí tenemos al futuro gobierno mexicano
que va a rescatar nuevamente al sistema piramidal que tenemos como sistema
bancario en México. Si la sociedad mexicana aguantó un FOBAPROA, aguanta otro
más…
Una salud del cocol también se carga el mexicano. Si no hay seguranza
privada, uno literalmente se juega la vida en los pasillos de los hospitales
públicos.
Una Reforma Hacendaria practicamente asfixiante para la
clase media…
Un sistema de partidos que da prioridad a lo que sea, menos a
la representación real, así como a la defensa coherente de sus representados.
La diabetes y el alcoholismo a todo lo que da, sin atención
seria gubernamental en puerta.
La militarización creciente de nuestra sociedad no nada más
da en qué pensar, sino también de qué inquietarse.
En fin, chelas, chetos, futbol, religión malentendida y poco
espiritual, novelas… Cero nivel de concientización sobre los problemas y
soluciones que requiere la nación. También, una elite cada vez más alejada de
la realidad nacional.
No wonder por qué
seguimos celebrando el día de la independencia en el cumpleaños del dictador
Porfirio Díaz, en lugar de como lo hacen en los países centroamericanos: el 15
de septiembre.
Aparentemente tan sólo Vucetich le salva el día al país. Nos
va a llevar a Brasil sin duda alguna. Pero eso, insisto, tan sólo es necesario,
pero no suficiente.
¡Órale!
Muy buen resumen de lo que vive el país, en un tono casual e incisivo. Bien.
ResponderEliminarMordáz... cierto... crítico... muy bien... Gracias... Saludos... ALEJANDRO.
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