martes, 15 de febrero de 2011

Discursos en la ‘USA’

Luego de cuatro años de “guerra” contra el narcotráfico, las responsabilidades comienzan a aceptarse. En un inicio el debate no iba más allá de dimes y diretes. Es culpa de Estados Unidos por ser el consumidor de droga más grande del planeta; además de la poca regulación que ponen en el tráfico de armas decía México. Por su parte Estados Unidos argumentaba que la existencia y fuerza de los cárteles se debía al alto índice de corrupción y el poco ejercicio del Estado de derecho en México. Pocos fueron los resultados. Esto obligó a los países a trabajar más coordinadamente. Se intentaron aplicar reformas en Estados Unidos que de alguna manera mitigaran el consumo de drogas, y se reforzó el apoyo otorgado a México con la Iniciativa Mérida. Sin embargo, independientemente de los esfuerzos bilaterales, no se ha podido disminuir la presencia del  crimen organizado. Recientemente se ha planteado un nuevo plan de acción. No es un problema binacional, es una problemática transnacional que requiere soluciones transnacionales.

            A pesar de éste nuevo planteamiento, en Estados Unidos se necesita crear conciencia de que las acciones de cada ciudadano influyen en la situación general del país. La existencia de prejuicios entre los estadounidenses de la situación en México, impide el actuar colectivo de todas las áreas de la sociedad. Ante ésta situación, ¿cómo puede atacar este problema el gobierno estadounidense? Por medio de la fuerza del discurso.

            El discurso se ha empleado constantemente en esta ‘guerra’. Por parte de los medios de comunicación mexicanos cabe resaltar el siguiente caso. Al momento de hacer noticias en referencia al fallecimiento de una persona en esta batalla; por un lado se emplea el término asesinan, cuando son miembros del crimen organizado quienes han ultrajado el ataque. Por el otro, se utiliza la palaba abaten, cuando se habla que por una exitosa acción del Ejército, cayó muerto un miembro de algún cártel. El acto es el mismo, la muerte de una persona, pero es con la fuerza del discurso lo que permite que la población vea de manera “positiva” la acción del Ejército y repudie al crimen organizado. Para Estados Unidos la situación viene siendo similar. Durante la semana pasada se estuvo haciendo referencia de la personalidad que tienen los cárteles mexicanos, y su clasificación para las instituciones de seguridad. Por un lado se consideraron como una narcoinsurgencia, y por el otro lado, como posibles organizaciones terroristas. Sin embargo, no busco con este trabajo darle una clasificación al crimen organizado en el país, puesto que planeo analizar el discurso en base a las intenciones de colaboración en materia de seguridad entre Estados Unidos y México.

            ¿Qué se ha dicho? Por un lado tenemos la conferencia del subsecretario del Ejército de los Estados Unidos Joseph W. Westphal,  para quien la lucha contra el narcotráfico representa más que una lucha por un mercado y beneficios económicos. Es una lucha por el poder en el Estado mexicano y por el ejercicio de políticas públicas que beneficien la condición de éstas organizaciones criminales. La lucha por una agenda política y una insurgencia que cambiará el sentido del país en cualquier momento; siendo un riesgo para la estabilidad social en los Estados Unidos. Por su contraparte, la Secretaria de Seguridad Doméstica, Janet Napolitano, quien en una comparecencia ante dirigentes de los estados de su país comentó la investigación de un supuesto vínculo entre los cárteles mexicanos con organizaciones terroristas como el Al Qaeda. Esto último pone como prioridad máxima la situación de México con los cárteles, puesto que ahora que se habla de la posibilidad de ser víctimas de ataques terroristas por la excelente organización y estructura de los grupos del crimen organizado.

Los dos discursos abordan la misma realidad. Sin embargo, para la población estadounidense un concepto tiene más peso que el otro. En el caso de la narcoinsurgencia, la idea de un cambio social y radical, dirigido por organizaciones criminales justo en la frontera del país más fuerte del mundo es una situación preocupante. Pero la percepción de los ciudadanos no irá más allá de que es un riesgo en México, un peligro ajeno a mi realidad y que si no voy para allá o vivo cerca de la frontera, difícilmente habrá de alcanzarme. No obstante, el discurso de Napolitano genera una reacción alarmante para los estadounidenses vivan en la ciudad que vivan. Esto por el hecho de que un diálogo en dónde se recuerde el 9/11 y se presuma la posibilidad de vivir el mismo peligro nuevamente, crea una condición de autodefensa y disposición para evitar que tales sucesos puedan repetirse.

Por ende, si se trata de discursos, y acorde a la política de colaboración que el presidente Barack Obama tiene con Felipe Calderón; no me queda duda suponer que la discusión actual y la reclasificación de los grupos del crimen organizado como posibles terroristas va encaminada a fortalecer la intervención de la ciudadanía estadounidense en la política de seguridad nacional. No será lo mismo decir: “si consumes drogas eres responsable de la muerte de casi 35 millones de mexicanos”, a decir “Si consumes drogas estas ayudando a fortalecer al terrorismo mexicano”. La simple palabra provoca el terror suficiente. Veamos si funciona, ¿cómo lo sabremos?, con las reacciones y colaboración desde la sociedad estadounidense a la condición pública en México.

Diego A. Martínez
Lic. en Ciencia Política y Administración Pública
Universidad de Monterrey

2 comentarios:

  1. ¿35 millones o 35 mil muertos del lado mexicano? ¿El hecho de que a Estados Unidos le interese tanto los asuntos de seguridad nacional mexicanos ya es un acto de "state transnationalism"? El discurso creo que también está dirigido al Congreso Norteamericano. Algo se está cocinando...

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  2. Bueno, son los 35 millones por ser el discurso en Estados Unidos, pareciera que los miles no son sucifientes.

    Sobre si puedo considerarla una política de carácter transnacional. Lo entiendo de la siguiente manera. El discurso de los cárteles de la droga como agrupaciones terroristas funciona en todos lados. Para los estadounidenses es el miedo el que se les inculca. Para los mexicanos se intenta usar el discurso como un desincentivo a la "colaboración" -voluntaria u obligatoria-hacia los cárteles; tal y como sucedió en su momento en Colombia.

    Coincido con usted, algo se ve venir... sino, hay que preguntarle a nuestros países del sur.

    Saludos,

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