jueves, 3 de febrero de 2011

Haciendo leña del árbol caído.

México siempre ha sido un caso de particular interés para múltiples estudios. Su condición geográfica a lado de Estados Unidos, la situación socioeconómica del país, las políticas de seguridad pública, son algunos de los muchos temas relevantes que pueden estudiarse en el presente contexto. Uno de estos estudios fue el realizado por el Instituto de Economía y la Paz, que ubicó a México en el lugar 107 de 149 en el ranking de paz, al mismo nivel de países como Irán, Cambodia y El Salvador. Esto como resultado de las condiciones generadas por los conflictos sociales, y a la ya bien establecida guerra contra el narcotráfico. Pero sería poco creativo trabajar en un artículo que intente explicar si ha o no aumentado la violencia a partir del 2006, pues efectivamente, para la percepción ciudadana así ha sido. El presente artículo intenta juzgar la validez de algunos actos realizados por Estados Unidos a partir de esta situación, que para algunos organismos internacionales, ha sido desleal hacia el Estado mexicano.

            Dentro de los medios de comunicación estadounidenses corren actualmente mitos sobre la guerra en nuestro país. Según un estudio realizado por el Instituto México del Centro Woodrow Wilson son 5 los mitos principales sobre la presente situación en México: la violencia es indiscriminada, se trata de una causa perdida, hay un alto grado de corrupción, es un problema exclusivamente mexicano, y la violencia viene del sur. Con respecto del primer mito, la violencia no es indiscriminada. La percepción de la misma ha llegado a casi un 50% de la población, pero existen aún en México zonas como Querétaro y León en donde la violencia no es el tema de primera plana en los periódicos. Ahora bien, si hablamos de que ésta lucha es una causa perdida, estaríamos aceptando que ya no hay nada que el gobierno mexicano pueda hacer al respecto. Pero aún es tiempo en que puede corregirse, si bien no con una misma política de enfrentamiento directo, si lo puede hacer desde políticas de educación, prevención de salud y tolerancia. Sobre el alto grado de corrupción y peculado entre los funcionarios públicos del estado mexicano y las organizaciones criminales, no me queda duda alguna que hay un largo camino por recorrer. La corrupción ha sido un excelente fertilizante para las redes del narcotráfico, y por tal, la importancia de atacarla de manera paralela a la estructura del crimen organizado.

            Ante el mito de que el problema del narcotráfico es exclusivamente mexicano, no puedo más que agregar la insensatez de aceptar dicha idea. Está comprobado que el negocio del narcotráfico es un mercado bilateral. El tráfico de drogas se mueve de sur a norte, mientras que el tráfico de armas va de norte a sur, lo que lo hace un problema de responsabilidad compartida entre las dos naciones. Por último, sobre el mito de que la violencia viene del sur hay que considerar la capacidad de aplicación de la ley en ambas partes. En el caso mexicano, la ejecución de la ley no se ve reflejada ya sea por la incompetencia del sistema de justicia, o bien, el grado de corrupción dentro de los ministerios públicos; mientras que en el caso estadounidense, la capacidad de persecución y enjuiciamiento es más elevada, lo que provoca en los delincuentes el actuar con mayor cautela. Estos mitos, aunados a otros tantos dentro de los que sobresale el que México es un Estado fallido cual Irán o Afganistán, han llevado tanto a estudiantes como turistas a dejar de visitar nuestro país. Lo anterior, visto como coincidencias naturales del destino no significaría para México más que una mala racha de sucesos. Sin embargo, se ha comenzado a cuestionar si tales ideas surgen espontáneamente de la sociedad, creyéndose que son medidas adoptadas por las personas de poder en Estados Unidos para que las divisas se queden en el país. De ser éste último el verdadero escenario, ¿sería válido este tipo de competencia?

            No hay duda que a partir de la crisis del 2008 México se ha visto afectado considerablemente, son tres las principales fuentes de ingresos para el Estado mexicano: petróleo, remesas y turismo; y no hay alguna que pareciera poder sostenerse más. Con el desempleo a partir de la crisis en Estados Unidos la cantidad de ingresos provenientes de las remesas se vieron reducidos de manera considerable. Por su parte, el petróleo sigue siendo tan volátil como siempre; por lo que confiarnos de que se encuentre relativamente estable hoy no es garantía de lo que pueda suceder mañana. Por último, los ingresos a base del turismo; que si bien se habían visto afectados por la influenza y la crisis financiera, una campaña focalizada de desprestigio al país terminaría por descartarlo como una significativa fuente de ingreso.

            La situación es crítica, con menos recursos el estado mexicano sólo podría ampliar sus ingresos a base de impuestos, presionando aún más a la ya asfixiada clase media. Con menos ingresos, menor será la capacidad de respuesta ante el crimen organizado; lo que a la larga empeorará las condiciones actuales y complicará las relaciones de cooperación entre México y Estados Unidos. Es por esto que no podemos negar que Estados Unidos tiene el derecho de informar a sus ciudadanos los riesgos de venir a México, sin embargo, el hacer leña del árbol caído y tomar ventaja de las presentes condiciones a la larga tendrá consecuencias más graves que las que actualmente enfrentamos. Si la pregunta era la validez de su actuar, es válido. Que sea deseable, yo creo que no.

Diego A. Martínez
Lic. en Ciencia Política y Administración Pública
Universidad de Monterrey

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