Comparto la idea de que el fin último del ser humano es ser feliz, pero también reconozco que existen diversos medios para alcanzar la felicidad. Por un lado está la vía del esfuerzo y la dedicación. Por el otro, el camino del narcotráfico, que si bien no augura una vida larga, si promete un agradable estado de satisfacción. Tristemente, es esta la decisión que hoy en día millones de jóvenes deben tomar. Está comprobado que las bandas del crimen organizado reclutan jóvenes, aprovechando las tétricas condiciones que existen actualmente en el país.
Desempleo, baja escolaridad, y pobreza extrema son algunos de los motivos por los que esta decisión se ha vuelto sencilla para los jóvenes. La nula esperanza y los débiles valores que existen en la sociedad, han generado que más de una generación de mexicanos se haya sumergido en un ciclo de violencia, que hoy por hoy, pareciera no acercarse a su fin. Sin embargo, realizar un artículo discutiendo lo que cada uno de esos temas provoca en la juventud no sería de mucha utilidad para el lector. Por tanto, en el presente documento habrá de discutirse sobre la efectividad de las medidas que ha tomado el gobierno para enfrentar tal situación; agregando después una propuesta diferente que sería conveniente analizar. Por un lado, tenemos el insistente combate a la pobreza que si bien ha generado resultados, falta mucho por hacer antes de poder decir que la pobreza no sería un factor para involucrarse con el narcotráfico. En un país donde más de la mitad de su población se encuentra en condiciones de pobreza, y con aproximadamente 20 millones de mexicanos en pobreza alimentaria, no puedo más que agregar que falta mucho por hacer como para considerarla una política que cortará tajante la actual tendencia de los jóvenes hacia el crimen organizado.
Por otro lado, la situación del desempleo sigue creciendo año con año. Intentando mejorar esta condición hace unos días se creó la Ley de Fomento al Primer Empleo, en donde a base de incentivos fiscales para las empresas se busca generar nuevos empleos, especialmente para aquellas personas que trabajan por primera vez. Sin embargo, no podemos negar que la poca oferta de trabajo en la economía formal sigue dejando a muchos marginados, los cuales, buscan refugio tanto en la economía informal como en el narcotráfico.
Las anteriores han sido algunas de las propuestas del Gobierno Federal en donde se percibe el deseo de incentivar positivamente a los jóvenes a alejarse del crimen organizado. No obstante me pregunto, ¿por qué no intentar cambiar esta tendencia con incentivos negativos? Es decir, la juventud es blanco de las bandas criminales por su condición especial ante la ley, un joven menor de edad no será juzgado de igual forma que a un adulto, independientemente si se trate del mismo delito. Si ese es el incentivo de las organizaciones criminales, por qué no quitárselo promoviendo una reforma de ley, generando así que se castigue como adultos a los jóvenes menores de edad entre los 16 y los 18 años que incurran en delitos relacionados con el crimen organizado. Soy consciente de lo imperfecto de esta idea, y por eso a continuación menciono algunos riesgos de la propuesta anterior.
En primer lugar, el juzgar a los jóvenes como adultos mandándoles a prisión como castigo en caso de que sean culpables no será una solución íntegra mientras no se consiga que dentro de las cárceles, se realice un adecuado proceso de readaptación a la sociedad. Además, las prisiones se encuentran sobre su capacidad máxima, lo que podría significar un segundo limitante de la anterior propuesta. En tercer lugar, debemos ser conscientes que existen jóvenes amenazados por el narcotráfico, por lo que queda fuera de sus posibilidades el tomar o no la decisión de involucrarse. Por último, la latente posibilidad de que se genere una mayor violencia a partir de esta propuesta, al obligar a los jóvenes a realizar delitos más graves para evitar ser denunciados por sus víctimas.
No me cabe duda que el aplicar esta medida sola, no generaría los resultados que se esperan, la anterior propuesta debe ser implementada en conjunto con las demás acciones del gobierno, desde políticas sociales más eficientes, hasta políticas económicas. Un verdadero frente de ataque al narcotráfico con la sociedad al lado del Estado, que si bien tardará en recuperar éste último la confianza del primero es indispensable dicha unión para que las acciones tengan buenos resultados.
Si bien la juventud busca una vida de plenitud y éxtasis, no podemos culparles por ese deseo innato a su persona. No obstante, la rapidez con la que el tejido social se ha ido destruyendo obliga tanto al gobierno como a la sociedad a ponerle un alto a las fuerzas del crimen organizado. Las acciones del gobierno han dejado una base establecida en la sociedad, más no es suficiente para solucionar el problema en su totalidad. Una reforma en la ley penal pudiera ser un interesante complemento a las presentes acciones del gobierno, ¿pero hasta dónde la sociedad aceptaría esta idea?
Diego A. Martínez
Lic. en Ciencia Política y Administración Pública
Universidad de Monterrey
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